Hacia la eterna juventud
Estamos genéticamente programados para vivir un máximo de 120 años, pero el biogerontólogo Aubrey de Grey propone un límite de 500 años. Envejecer nos es consecuencia inevitable de la condición humana, sino el resultado de daños acumulados a nivel celular o molecular. De esta forma, las investigaciones y tratamientos no estarán dirigidos contra los sistemas orgánicos que se descomponen con la edad, sino hacia sus precursores.
En los extremos de cada uno de los cromosomas en las células se encuentran los telómeros, que consisten en repeticiones de pequeñas secuencias de letras genéticas (A, T, C y G) y participan en la división de las células y en la estabilidad cromosómica. Se acortan en cada división celular comprometiendo el funcionamiento de los genes.
La idea central de la estrategia se basa en arrebatarle a las células cancerosas su don de la inmortalidad, ya que poseen un constante alargamiento de los telómeros y de esta manera, garantizar estabilidad genética y mayor duración de las células sanas y se controlarían las células cancerosas.
Cortesía Angélica Tamayo